¡Hola!
¿Cómo están? Esperamos que todo esté yendo bien para ustedes. Marzo nos ha tratado muy mal: en menos de ocho días, se nos murieron dos de nuestros gatos. Primero fue el querido Pulgas, y luego, hoy a mediodía, Morris, que no salía mucho en nuestros programas, al contrario de Pulgas, pero a quien quisimos mucho, mucho.
Así que estamos muy tristes, pero no queríamos dejar de mandarles nuestro boletín, como cada mes. Es una versión abreviada, eso sí. Ahora mismo no podemos escribir mucho que digamos. Por otro lado, no olviden que, si tienen cualquier pregunta o comentario acerca de lo que estamos enviando a sus buzones, ustedes siempre pueden escribirnos. Pueden hacerlo en cualquiera de nuestras redes sociales, en la aplicación de Substack, respondiendo directamente a este correo o a través las formas de contacto en las páginas de Alberto o Raquel.
Como siempre, un agradecimiento a todas las personas que se han apuntado con nosotros como suscriptores de paga. Su apoyo y su confianza son muy valiosos.
Este mes en YouTube
…no tendremos programas. Vamos a hacer una pausa, por nuestra salud y para replantearnos algunas cosas respecto del funcionamiento de nuestro canal, ahora que se acerca su décimo aniversario. Volveremos en mayo.
Entretanto, todo nuestros videos anteriores se encuentran en el archivo del canal de YouTube, donde pueden verlos gratuitamente a cualquier hora. Por ejemplo, en este enlace pueden a ver la lista completa de las transmisiones de los martes.
Cosas por venir
4 de abril — Alberto presentará la novela La tierra clama nuestros nombres de Javier Armendáriz, ganadora del Premio Oculus de novela fantástica y de terror. La cita es en la Casa Refugio Citlaltépetl (Citlaltépetl 25, Col. Hipódromo Condesa, en la ciudad de México) a las 19:00 horas.
10 de abril — Alberto participará en el Festival Vox Orbis, organizado por la Sociedad de Estudiantes de Letras Españolas del ITESM Campus Monterrey. A las 12:00, estará en una charla acerca de su trabajo, y en especial acerca de libros como Los atacantes, La visitante o Las estancias secretas, de los más cercanos a la literatura de terror. También habrá una firma de libros.
29 de abril — Alberto estará en la ciudad de León, donde participará en una charla acerca de ciencia ficción (llamada “El futuro es hoy”) con Bernardo Fernández Bef y José Luis Zárate, dentro de la Feria Nacional del Libro de León (FeNal). La cita es a las 18:00 horas en el salón María Grever del recinto ferial.
Y el gato del mes es…
Nuestro querido Morris. Así estaba el pobrecito en estos últimos días, que él pasó hospitalizado en una clínica veterinaria. El calcetín era para dale calor porque no podría regular su temperatura. Estaba muy enfermo.
Pero también lo recordaremos por todos los otros años de su vida con nosotros, que empezaron en 2011, cuando era así de pequeñito:
Morris llegó a nosotros desde una bolsa de pan, en la que fue abandonado junto con dos hermanitos. A los tres los cuidamos por algunos meses; llegaron con los ojitos cerrados por conjuntivitis y las pancitas hinchadas por parásitos, así que Alberto se encargó de darles su desparasitación y sus gotitas para los ojos mientras fue necesario. Los hermanos de Morris fueron adoptados por otra persona, pero él se quedó con nosotros porque nos encariñamos con él, y también lo hizo Primo, el otro gato que teníamos entonces. Sus ojitos resultaron ser azules, y con el tiempo se volvieron amarillos. De muy chico no hacía “miu”, como otros cachorritos, sino algo parecido a “ñe”. Qué cosas.
Morris creció para ser un gato muy, muy peludo. No parecía que fuera a serlo, pero llegó a tener una melena leonina, cola esponjosa y mechoncitos por todos lados, hasta entre los cojines de las patas. Por culpa de éstos, siempre que se echaba a correr tardaba un poco en agarrar tracción y parecía estar derrapando. Durante todos estos años, obviamente, tuvimos que lidiar con grandes cantidades de pelos sueltos, anaranjados, bien visibles (de hecho, tuvo una etapa en la que Morris se metía en los closets y se sentaba encima de la ropa colgada, así que vaya sorpresas que nos dio). Lo cepillábamos con frecuencia y Raquel decía que podríamos haber hecho varios gatos adicionales con las bolas de pelos que íbamos recogiendo.
Era un gato reticente con quien no conocía, asustadizo y nervioso. No le gustaba salir a cámara y cuando lo vestíamos (como hicimos tantas veces con Pulgas) no se resistía, pero una vez vestido se ponía a hacer el muerto, que es otra forma en que los gatos dejan ver su desagrado. Así que no apareció mucho en nuestros programas. Prefería quedarse en la cama, o en una caja de cartón, recortada, que era únicamente suya: su base de operaciones (decíamos) o tal vez su chalet invernal, con rascador de cartón incluido.
Pero también fue el gato más cariñoso que hemos conocido. A nosotros nos ronroneaba cada vez que nos veía. Se acomodaba entre nosotros para la siesta, ronronee y ronronee, y le gustaba recibir palmaditas en las ancas cuando se afilaba las uñas en el rascador (jamás atacó los muebles, por cierto: todo un ejemplo). También le gustaba su colección de listones, que cazaba por un rato y luego se llevaba hasta sus platos de comida. Ahí los encontramos muchas veces, como evidencia de su paso.
Si llegaron a ver los videos que hicimos con Morris “reseñando” libros (siempre a partir de fotos, porque ah, qué gatito menos interesado en la fama), los parlamentos que le inventábamos eran más o menos los que le hacíamos en un día cualquiera. Al parecer muchas personas con mascotas hacen esto; no les contamos más porque es algo muy nuestro, pero sí les podemos decir que, a lo largo de nuestra vida en común, los dos seres humanos que escribimos este boletín nos hemos inventado toda clase de historias divertidas con Primo, Morris, Pulgas, y ahora Romy y Chacho, los dos chicos revoltosos que nos quedan ahora.
Este último año, Morris había desarrollado un problema en el ojo, que parecía glaucoma, y en las últimas semanas había dejado de comer poco a poco. Lo llevamos al veterinario y resultó que su ojo estaba lleno de una materia sólida, un “crecimiento”, y en su mandíbula había otro. Ambos le producían mucho dolor. Lo hospitalizamos para que lo operaran y le hicieran dos biopsias: la de la mandíbula no fue mal, pero el ojo, que ya no fue posible rescatar, resultó tener un tumor maligno. Éste, además, parecía estarse extendiendo: parecía estar haciendo daño neurológico, provocando más desequilibrios, y había pocas probabilidades de una tercera operación exitosa.
Así que decidimos que lo mejor era que Morris dejara de sufrir. Estuvimos con él un rato largo, lo abrazamos y lo apapachamos, y mientras le inyectaban un anestésico, se fue yendo con calma, sin dolor.
Nunca será igual la muerte de un ser humano a la de un animal de compañía, evidentemente, pero las de Morris y Pulgas han llegado con muy poco tiempo de diferencia: jamás nos había ocurrido nada semejante. Nos queda ahora recobrarnos de ese doble golpe.
Muchas gracias a nuestro querido Morrisito por todo lo que nos dio mientras estuvo con nosotros.
¡Y gracias a ustedes por recibirnos una vez más!
—Alberto y Raquel
Reciban un abrazo. Les entiendo muy bien porque a mí también me ha pasado. Nuestros amigos peludos llegan a ser parte de nosotros.
Chicos, no encuentro las palabras adecuadas para darles consuelo, pero ojalá el consuelo no tarde en llegar, les mando un abrazo fuertísimo. Que difícil seguir el día a día tras una perdida.