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Este mes en YouTube
Los programas en vivo que tenemos planeados para el mes de septiembre de 2024 son los siguientes:
3 de septiembre: #Escritura2024 — Usar los sentidos para escribir
10 de septiembre: La ciudad imaginada (el nuevo libro de cuentos de Alberto)
17 de septiembre: Groserías y malas palabras
24 de septiembre: Gabriela Rábago Palafox (una gran escritora mexicana, todavía muy poco conocida)
Todos los programas serán a las 21:30 horas, tiempo del centro de México. Las direcciones de cada video estarán en nuestro canal de YouTube, donde también está disponible el archivo completo de nuestras transmisiones y videos. (Y en la transmisión del día 10, ¿me ayudan a festejarle el cumple a Alberto, con sus buenos deseos? —Raquel)
¡Exlibris!
En nuestro programa acerca de cómo empezar una biblioteca personal, invitamos a los espectadores a que nos mandaran sus exlibris: sellos o calcomanías con los que personalizan sus libros. Aquí tenemos el de Lorelupin Acevedo, quien publica como @el_caldero@literario en Instagram.
Si nos mandan sus propios exlibris, los podremos compartir aquí en futuros boletines. ¡Anímense!
Cosas por venir
Ya estamos en la recta final de El corazón de la Vía Láctea, el audiodrama de ciencia ficción de Raquel. ¿Lo han estado siguiendo? ¿Creen que la joven Sílice tendrá éxito en su misión? ¿Les gustaría vivir en un mundo futuro como el que se describe en la historia? Si no lo han hecho, aquí mismo pueden empezar a escuchar la serie a través de Spotify.
Qué estamos leyendo
Raquel — Como algunas personas de por acá ya saben, soy fan absoluta del escritor belga Jean Ray. Curiosamente, mi fansitud implica leer una y otra vez el libro que le publicó Editorial Aguilar el siglo pasado, Los 25 mejores relatos negros y fantásticos / Los últimos cuentos de Canterbury, que es una antología deliciosa. Pero da la casualidad de que me encontré un libro suyo, en formato electrónico, que no había leído aún: El crucero de las sombras. Leí el primer cuento, “La presencia horripilante”, y me gustó tanto que se lo tuve que leer en voz alta a Alberto. Y ahora me estoy chiquiteando los siguientes. Me cae mal que la traducción no es la mejor y que el cuidado editorial es bastante descuidado en realidad, pero con todo y eso la imaginación de Ray se impone. Muy recomendable como todo lo de ese autor.
Alberto — Estoy empezando una antología: Cuentos que mi madre nunca me contó, de Alfred Hitchcock, el director de Psicosis, Vértigo, Los pájaros y muchas otras películas clásicas. Hitchcock no escribió los cuentos, por supuesto, pero siempre le gustó leer historias breves y coleccionaba sus favoritas. De hecho, varias de sus mejores películas provienen de cuentos, que a él le parecían más apropiados para hacer adaptaciones que las novelas. En este libro (que es una de varias compilaciones similares que Hitchcock publicó durante su vida) se encuentran narraciones de Ray Bradbury, Shirley Jackson, Roald Dahl, Margaret St. Clair, Henry Slesar y otros. Hasta donde voy, está muy bueno.
La película del mes
Esta es una película barata, en el sentido de que está hecha con bajísimo presupuesto. Se titula First Time Caller, lo cual se podría traducir como “Que llama por primera vez”. No hay en español una traducción literal de “caller” (“llamador” suena espantoso). A lo mejor habría que inventarle un nuevo título completo. Algo como lo que dicen algunos locutores: ¿Primera vez que nos llamas?
Pero bueno. Lo importante es que esta película, de 2022, está dirigida por dos personas, J. D. Brynn y Abe Goldfarb, y en pantalla solamente aparece un actor, que es el mismo Goldfarb. Éste interpreta el papel de Brent Ziff, locutor de un programa de radio por internet. Brent es de esos que dicen cualquier cosa para provocar una reacción de su público, mientras más indignada mejor, y tiene una imagen entre artista del ligue y promotor de machismo tóxico. Le encanta burlarse de quienes lo llaman, y a sus escuchas —de ese modo tan triste y común en nuestro tiempo— les encanta ser el blanco de sus burlas. Pero su situación cambia por completo cuando recibe una llamada desconcertante: es un tipo que se hace llamar Leo Short (cuya voz es de un segundo actor, Brian Silliman) y que además de parecer un loco, dice tener el poder de predecir desastres.
Eso es todo. No hay más gente ni más escenarios. El grueso de la película es la charla de Brent y Leo. Pero resulta que éste realmente tiene el don de la profecía. De modo que Brent tiene la oportunidad de ver un tsunami en vivo por YouTube y empieza a recibir reportes de más catástrofes, todas anunciadas por Leo. No les contamos lo que sucede después, siempre en el cuarto desde el que Brent transmite su programa, porque la película puede encontrarse gratis y legalmente en la plataforma Tubi y en otros sitios, así que verla es facilísimo. Sí les diremos que First Time Caller está basada en un audiodrama muy corto, titulado The Earth Moves (La Tierra se mueve), con el mismo reparto y la misma premisa. Los guiones de ambas versiones fueron escritos por Mac Rogers.
La verdad, además de que la premisa es interesantísima, y la historia está llena de sustos y de sorpresas, el guión en sí mismo es estupendo: se nota que está pensado para aprovechar al máximo los escasos recursos de que dispone, y el que pueda haberse realizado no una sino dos veces (primero en audio y luego en cine) es de esas hazañas que muchísimos artistas podrían envidiar. O usar como estímulo. (A nosotros nos encantaría escribir una película así…)
Siempre he tenido buena memoria para la comida. De hecho, es una característica mía que nos da mucha risa a Alberto y a mí, porque cuando tengo que decirle a alguien cómo llegar a algún lado, mis referencias son todas de lugares donde pasar a comer (tipo: das la vuelta en la calle de la pizzería y te sigues derecho hasta encontrar un puesto de tacos que se llama de tal forma…). También suelo recordar las comidas más sobresalientes de los viajes que he hecho —sobre todo las buenas comidas; las malas y las meh suelen deslizarse al olvido. También tengo la afición de coleccionar recetas de cocina sólo para leerlas o, si son en video, para admirarlas. Algunas sí se las paso a Alberto para que las prepare; pero en general me conformo sólo con imaginarlas —y es que aquí en casa quien suele cocinar es él, no yo.
A veces recuerdo alimentos que me gustaban y que ya no existen, como el cereal Pacman, las salchichas de pollo Gerber o las gelatinas Los Volcanes. Eso suele ponerme triste. Pero en otras ocasiones me acuerdo de alimentos que me gustaban, hace mucho que no pruebo pero que siguen existiendo, como los Rollos Marinela, el Mac-and-cheese Kraft o el rompope Tom Cherry. En esos casos, aunque no los consuma de inmediato, me siento contenta sólo de saber que todavía están ahí, “por si algún día me animo”.
Estoy acostumbrada a esos recuerdos súbitos; pero hace unos días pasó algo que sí me sorprendió: de repente, y prácticamente de la nada, me acordé de que en algún momento de mi infancia, me daban de comer una especie de puré de plátano que se hacía raspando muy suavemente la superficie de la fruta (sí, ya sin cáscara, por si tenían la duda) con una cuchara. Luego me acordé de un jugo de carne al que mi mamá y mi abuela llamaban “caldo de pescuezo”. Y pocos días después llegó un tercer recuerdo gastronómico: el olor de un sope recién hecho, justo al momento de darle la primera mordida (los aromas cuando entran por la boca antes de llegar a la nariz tienen otra textura). En el momento de pensarlo supe exactamente dónde lo había probado: afuera de la secundaria 89, en donde mis papás trabajaron cuando yo todavía no entraba al kínder.
Ahora, mientras escribo esto, pienso en otros sabores de la infancia: el Sidral tibio, en biberón desechable, que me daban cuando estaba enferma; un durazno pelado, cortado en pedacitos y espolvoreado con sal de grano; el Buendía (que era un polvo para preparar bebidas azucaradas) pero específicamente el de manzana… No sé por qué estoy acordándome de esos sabores de hace más de 40 años. Lo que sí sé es que pueden ser un excelente punto de partida para recordar más y más cosas y, quizá, hasta para escribir un cuento o una crónica. A todo esto, ¿se acuerdan ustedes de algún sabor así, íntimamente ligado a otro tiempo?
La semana pasada me robaron mi cuenta de WhatsApp. Quien haya sido el ladrón me llamó haciéndose pasar por alguien de una organización con la que he trabajado, y la verdad es que me engañó. Me pidió un “código de verificación” que acababa de mandarme, para “mantenerme en el grupo de WhatsApp” de la organización, y yo se lo di. Por favor nunca hagan eso: el código, era en realidad, un envío a través de la aplicación de WhatsApp para transferir mi cuenta a su teléfono. Una vez que tuvo el control de mi cuenta, empezó a mandar mensajes, con mi nombre y mi foto, pidiendo dinero.
Creo que no hubo nadie más que cayera: empecé a mandar mensajes de advertencia a tanta gente como pude (por correo electrónico), y Raquel hizo lo mismo. Sin embargo, sí hubo personas que se desconcertaron, y el ladrón llamó a Raquel para amenazarla. Pura palabrería, pensamos, pero la experiencia en general fue bastante fea.
Ya he podido recuperar mi cuenta, pues estos secuestros virtuales no suelen durar más de unos pocos días. Pero en algún momento tendremos que ir a la Policía Cibernética de la ciudad. Quienes cometen semejantes delitos confían en que sus víctimas decidirán que no vale la pena el esfuerzo de hacer una denuncia, que “ya pasó”, que no hay nada que se pueda realmente hacer, pero por eso mismo haremos el esfuerzo.
En fin, quería compartir con ustedes esto que nos pasó, insistir en que no hagan como yo, y también decirles que no dejen de buscar una reparación, en casos como el mío, por vergüenza o por pereza. También les contaría de un par de ideas para cuentos que se me ocurrieron a partir de todo esto…, pero mejor me las guardo por el momento. 😉
Y el gato del mes es…
…los dos del mes pasado, pero ya podemos presentarlos en sociedad. El de adelante es Chacho (oficialmente, Torcuato Horacio Amundsen) y la de atrás es su hermana, Romy (Romualda Federica Segunda; es “Federica” porque la primera gata de Raquel se llamó así, y “Segunda” es porque se ve igualita a Primo, otro gato al que quisimos mucho y murió hace algunos años).
Son gatitos de unos cinco meses, que llegaron a casa hace unas seis semanas para acompañar a Pulgas, a Morris… y un poquito a nosotros también. Dado que están en una silla de nuestro comedor, podrán ver que ya son bastante desenvueltos. Si quieren verlos alguna vez en nuestros programas, no dejen de avisarnos. 😺
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¡Muchas gracias y hasta pronto!
—Alberto y Raquel