La cuestión de la diversidad
¿Hay que representar un mundo diverso en nuestra escritura? ¿Y cómo?
El mes pasado, una persona me escribió con una pregunta. Como verán, está relacionada con el tema de la diversidad en la escritura narrativa. Con el permiso de ella, la respondo aquí, porque me parece muy importante.
La pregunta
Reproduzco primero la pregunta:
Recientemente he estado escribiendo, pero a veces tengo bloqueo en la creación de los personajes, porque me comienzo a cuestionar sobre si tengo que tener diversidad en ellos. Sabe, que no todos sean blancos, que no todos sean heterosexuales, qué tipo de clase social deben tener, que los villanos no sean solo hombres, que cómo voy a poner de villana a una mujer porque eso no sería feminista.
Tengo mucho conflicto con eso y quería saber si usted se enfrenta a eso o si tendrá algún consejo para evitar ese bloqueo.
Ahora, y nada más para dejarlo todo claro antes de responder, digo lo siguiente, que es mi posición sobre el tema de la diversidad en general:
La diversidad existe siempre en la vida humana. La palabra diversidad significa “variedad” o “diferencia”. Ningún grupo humano es absolutamente uniforme: siempre habrá alguien que se aparte un poco, o mucho, de la norma o el promedio (sin importar cómo se defina) dentro de la cultura en la que vive.
Esto significa que la diversidad humana puede verse muy fácilmente en ocasiones, y en otras no tanto. La diversidad humana está en nuestros cuerpos y rostros diferentes, en nuestros gustos al comer y en nuestros rasgos de carácter tanto como en nuestras preferencias sexuales o la forma en la que nos identificamos antes otras personas.
Reconocer la diversidad humana me parece necesario en todos los aspectos de la vida, incluyendo la actividad (también humana) de inventar y escribir historias.
En tiempos recientes, he visto (hemos visto, estoy seguro; este fenómeno es mundial) que muchas personas se oponen a reconocer la diversidad humana y expresan molestia cuando se le menciona. Peor todavía, el término se ha politizado: hay quienes lo utilizan, sin referirse a su significado verdadero, dando a entender que es algo negativo, que sus opositores políticos utilizan contra ellos.
Los movimientos autoritarios de nuestro tiempo hacen esto con mucha frecuencia, y ofrecen a sus seguidores la idea (reconfortante, quizá, pero falsa) de que todos sus problemas serán resueltos si su comunidad “vuelve” a un presunto estado anterior de pureza que ha sido “contaminado” por la diversidad humana. Esta es una táctica conocida: una comunidad puede ser llevada a temer y despreciar a un enemigo imaginario, un “otro” que es diferente y por serlo se convierte, supuestamente, en una amenaza.
El discurso autoritario contra la diversidad es discurso de odio, y por lo tanto es inaceptable. Necesitamos oponernos a él.
He escrito poco de este tema porque es algo sobre lo que aún estoy aprendiendo. No se pensaba en estas cuestiones cuando yo era más joven: los conceptos necesarios para expresarlas y discutirlas —y que nos sirven para referirnos al presente, y también para reconsiderar el pasado— se han difundido masivamente por el mundo solamente hasta este siglo.
La respuesta
Ahora sí: dicho lo anterior, aquí va mi respuesta a la pregunta.
Lo esencial: si quieres representar la diversidad en tu escritura y eso te abruma, plantéate la cuestión de otra manera.
Si estás partiendo de un argumento, ocúpate primero de éste y luego del reparto. Habrá personajes para los que lo más importante, dentro de tu historia, sea lo que los hace diversos, pero también habrá casos en los que no sea así. Cuando se trate de protagonistas, antagonistas o secundarios, no reduzcas a ninguno a una sola de sus características.
No olvides que los seres humanos somos imperfectos. Si es necesario que un personaje haga malas acciones y además sea mujer (por mencionar tu ejemplo), haz que tu texto señale las razones por las que actúa de esa manera.
Un ejemplo que sirve para ilustrar estos dos incisos: Lady Macbeth es una de las villanas más tremendas de la literatura, y lo es por codiciosa, por carente de escrúpulos y por estar en la posición adecuada dentro de la realeza de Escocia para influir en su marido, Macbeth (quien es igual de malo que ella). Las circunstancias alrededor de ambos los afectan, al igual que sus orígenes, pero su situación en la obra de Shakespeare es compleja y su carácter individual no se reduce a su género.
Si partes de crear un personaje y luego vas a inventar lo que le sucede, dedica tiempo a describir su mundo. Cómo es, cómo vive la gente en él, etcétera. Redacta un documento para ti con lo que vayas imaginando y úsalo como referencia. A esto se le llama cosmogénesis o worldbuilding, y usualmente se considera apropiado para las obras donde se crean mundos fantásticos, pero también sirve cuando vas a crear mundos más cercanos a la vida cotidiana. Saber más del mundo que habita un personaje te permitirá saber cómo mostrar su diversidad de mejor manera.
Y, desde luego, no te obligues a pensar y pensar en un texto que te tiene bloqueada. Hazlo a un lado temporalmente. Escribe otro, haz alguna otra cosa. Dale a tu conciencia la oportunidad de apartarse un poco del problema.
Representar la diversidad
No creo que representar la diversidad deba abordarse como una restricción o una especie de obligación inflexible e ineludible. No creo que la diversidad deba representarse de manera igual en todos los casos, y no creo que representarla correctamente sea incluir un número fijo de elementos de una lista.
Al escribir narrativa, buscamos representar una o más posibilidades de la existencia humana. Ésta es una de las funciones del arte. Buscamos comunicar experiencias, propias o ajenas, y hacer que se relacionen con las de quienes van (con suerte) a leernos: otros seres humanos que en general no conoceremos. Dado que vivimos en un mundo diverso, representarlo puede llegar a incluir muy fácilmente una o muchas formas de la diversidad humana, pero la mejor forma en que esto puede suceder es que la diversidad representada no parezca forzada, falsa, porque así entenderemos lo opuesto: que la diversidad simplemente está ahí, que existe.
Donde es más fácil lograr lo anterior es en las narraciones realistas, donde el mundo descrito es básicamente aquel donde vive quien está escribiendo. Cuando vamos a escribir acerca del mundo actual, basta con observarlo atentamente. La diversidad está ahí. Si aquello de lo que vamos a escribir no está tan cerca de nuestra vista o nuestra experiencia inmediata, hay que investigar: preguntar a otras personas, leer, aprender acerca de lo que no hemos vivido. Esto es especialmente necesario si se va a escribir acerca de una comunidad a la que no se pertenece.
Esto, por cierto, es válido: si una persona cis heterosexual escribe bien acerca de un personaje trans o no binarie, por ejemplo, esto no estorba a las personas de esas comunidades que quieran relatar, en sus propias historias, experiencias vividas de primera mano. Lo importante es respetar la realidad de las situaciones que nos interesan, averiguar aquello que no sepamos, no volver sensacional aquello que no lo es, no endiosar de entrada, ni demonizar, a nadie.
Lo anterior significa que puede haber villanos –o personas que tienen convicciones reprobables, o que realizan malas acciones– de cualquier identidad sexogenérica, igual que los hay en la vida; que una narración puede describir un entorno incluyente pero también uno que no lo sea (porque los hay), etcétera. El mundo es imperfecto, la humanidad es imperfecta, y una narración que les represente necesita reconocer esa imperfeccción, para que podamos comprenderlas y, de ser el caso, ayudar a remediarlas.
Donde esta cuestión se vuelve más complicada es en narraciones que parecen más alejadas de una experiencia cotidiana “tal como es”. Con esto me refiero no solamente a los narraciones de fantasía o ciencia ficción que se desarrollan en mundos o épocas remotas, sino a cualquiera donde haya reglas preestablecidas que gobiernen cómo se muestra un entorno, qué tipo de historias se deben contar en él y que tipo de personajes deben estelarizar esas historias. Las narraciones policiacas son así, igual que las comedias románticas, las historias de espías a la James Bond, las historias sobre romance en una escuela occidental, las historias sobre romance en una escuela oriental (son muy diferentes) y muchísimas más.
Quienes quieren escribir una historia dentro de estos “géneros” o “subgéneros” (ninguna de las dos palabras me gusta, pero no discutamos eso aquí) con frecuencia empiezan por ver cómo encajar su narración en el molde preexistente, o incluso cómo idear una narración a partir los elementos que más fácilmente entran en dicho molde. Ninguna de estas opciones está mal de entrada, pero –a juzgar por mi propia experiencia, y las de otras personas– cuando se hace esto es cuando más fácil resulta desorientarse a la hora de representar la diversidad humana. Hace falta recordar siempre que lo que vuelve a un personaje memorable la forma en que su carácter y sus acciones individuales se vuelven interesantes y conmovedoras, y no tanto la función que cumple en un argumento. La diversidad tiene que ser parte de los personajes e influir en cómo reaccionan ante el mundo y participan de la historia a la que pertenecen, y no al revés.
Muchas gracias por sus compartires. Me gustaron los apuntes sobre diversidad y me encantó la respuesta. Quienes crecimos en Oaxaca, sabemos por experiencia qué es la diversidad y sus entre cruces (¡vaya que lo sabemos! desde la época del virreinato), escribirlo sería maravilloso. Solo como sugerencia, podría decir que en este tema hay un eje transversal que muchas veces importa y que viene a ser una razón de lucha y fortalecimiento de las diversidades: la desigualdad social. Me parece que para elaborar el mundo de los personajes, ayuda a dar claridad.
Muchas gracias, por tomarse el tiempo para responder.
Me ha ayudado a dar claridad a ese bloqueó, que ya comenzaba a representar frustración.
Muchas gracias