¡Hola!
¿Cómo están? Este año empezó tremendo para nosotros y para el mundo. Esperamos que todo esté yendo bien para ustedes.
Si tienen cualquier pregunta o comentario acerca de lo que estamos enviando a sus buzones, por favor no dejen de escribirnos. Pueden hacerlo en cualquiera de nuestras redes sociales, en la aplicación de Substack o respondiendo a este correo.
Y, como siempre, un agradecimiento a todas las personas que se han apuntado con nosotros como suscriptores de paga. Su apoyo y su confianza son muy valiosos, y –como tal vez ya hayan visto– estamos cumpliendo lo prometido y publicando más textos prémium.
Este mes en YouTube
Estamos teniendo problemas técnicos con nuestro hardware para hacer los programas, pero esperamos resolverlos. Lo que hemos planeados para el mes de febrero de 2025 es lo siguiente:
4 de febrero: David Lynch (1946-2025)
11 de febrero: #Escritura2025: Escribir en tiempos difìciles
18 de febrero: Libros por correspondencia (el género epistolar)
25 de febrero: Nuevo terror latinoamericano (que les quedamos a deber del otro mes)
Todos los programas serán a las 21:30 horas, tiempo del centro de México, en nuestro canal de YouTube, donde también está disponible el archivo completo de nuestras transmisiones y videos desde 2015.
Cosas por venir
Como decíamos el mes pasado, este 8 de febrero se abre un taller en línea, sabatino, impartido por Alberto. Todos los detalles están ya en esta página; habrá 16 sesiones, de 17:00 a 19:00 horas, a partir del sábado 8 de febrero. Quedan lugares.
También tenemos por confirmar otras actividades, así que por favor estén pendientes en nuestras redes sociales. Si usan la aplicación de Substack, también verán avisos allí.
Qué estamos leyendo
Raquel — ¿A ustedes les gustaba en la escuela la materia de Etimologías Grecolatinas del Español? Yo era súper fan, y eso que mi maestra era MUY estricta y nos hacía exámenes realmente difíciles. De hecho, nunca entendí por qué no hay más materias como esa en nuestra formación escolar: estoy segura de que, bien enseñada, sería una delicia desde la primaria y hasta nos ayudaría a expresarnos mejor, a comprender la ortografía y, claro, a ser el alma de las fiestas. En todo caso, fuera de esa clase en quinto de prepa yo no tuve más relación con las etimologías… hasta ahora, que me encontré por casualidad con Isidoro de Sevilla, quien fue obispo, teólogo y enciclopedista, además de un santo de la iglesia católica. Ojo, no me lo encontré literalmente, porque él vivió entre el siglo VI y el VII; pero me encontré una mención a uno de sus libros, titulado precisamente Etimologías. Lo busqué, lo encontré y ahora lo estoy leyendo y disfrutando muchísimo. Básicamente, nos cuenta el origen de un montononal de palabras y nos da ejemplos de su uso. Supongo que puede servir para cosas muy serias y profundas, pero uno que es simple mortal puede dedicarse sólo a maravillarse con la forma en que cambian el lenguaje, las costumbres y las sociedades; y las muchas maneras en que seguimos siendo los mismos aunque pase el tiempo. Por ejemplo, en la parte sobre el cuerpo humano me enteré de que el dedo medio, desde los tiempos de Isidoro y muy probablemente desde antes, ya era utilizado para hacer señas obscenas. También leí que, según Isidoro, la adolescencia va de los 14 a los 28 años y la juventud abarca de ese momento y hasta los 50. ¡Yeah!
Una advertencia: con su mil y cacho de páginas no es un libro para una sentada, pero eso lo hace todavía mejor, porque entonces es una de esas lecturas que no se agotan con facilidad. Lo recomiendo muchísimo.
Alberto — Ahora mismo estoy enfermo: creo que el mes de enero me pegó demasiado fuerte. Pero tengo muchas ganas de continuar una lectura que había empezado ya: The Mahabharata de Jean-Claude Carrière, escrito originalmente en francés y traducido al inglés por Peter Brook. Es una versión –muy condensada– de aquel antiguo poema épico de la India, que tuvo su origen en tradiciones orales y fue transcrito, en sánscrito, hará unos tres mil años. La adaptación que Carrière escribió es una obra de teatro, que fue puesta en escena por Brook y se considera uno de los montajes más importantes del siglo XX.
Yo descubrí la existencia de esa obra –que en escena duraba unas ¡ocho horas!– gracias a una película para televisión basada en ella (se puede ver en dos partes en YouTube: acá y acá). Así que el trayecto de la historia milenaria de El Mahabharata es de lo más sorprendente: de cuentos y canciones a un texto escrito, luego al teatro, luego a la tele y a internet. Además, ver la película fue una experiencia muy hermosa y reveladora para mí: una de esas que se quedan en el corazón y en la historia de la propia vida.
El siguiente video es de una breve lectura que hice hace un par de semanas (en el taller intensivo que di en Tepoztlán dentro del proyecto Under The Volcano) de la primera página de The Mahabharata. Traduje al vuelo el encuentro de un niño, que es el personaje conductor de buena parte de la obra, con Vyasa, el autor mítico del poema. El video fue tomado por Mónica Martínez, una de mis alumnas, a quien agradezco.
La película del mes
El mes pasado murió el estadounidense David Lynch (1946-2025), uno de los grandes directores de cine de los siglos XX y XXI, y uno de los artistas más queridos por quienes hacemos este boletín. La noticia entristeció a muchas personas en el mundo, lo que en cierto modo nos dio algo de consuelo: aunque Lynch no tuvo una carrera fácil, y los grandes estudios de Hollywood le dieron pronto la espalda, sí fue capaz de realizar una obra consistente, fiel a sus propios intereses y, al final, apreciada por millones como un enorme logro artístico.
Y Lynch fue un creador extraordinario. Por ejemplo, su capacidad y sus intereses pueden verse con toda claridad, ya formados, en Eraserhead (también conocida como Cabeza de borrador), que fue su primer largometraje. Aunque se estrenó en 1977, la película tardó seis años en completarse: fue rodada de manera intermitente, cuando había dinero para hacerla, y con un equipo muy pequeño de colaboradores alrededor de Lynch. Éste describió el resultado como “un sueño de cosas oscuras y perturbadoras” (a dream of dark and troubling things), y esa impresión sigue siendo la de quien ve la película por primera vez hasta el día de hoy. En una ciudad contaminada, llena de humo y mugre, un tipo de aspecto raro llamado Henry Spencer (Jack Nance) recibe la noticia de que su novia Mary (Charlotte Stewart) está embarazada. ¿Hay un ser sobrenatural que los observa desde otro planeta? ¿Qué clase de criatura es el hijo de Mary y Henry? ¿Quién o qué es la misteriosa mujer que vive dentro de un radiador, y que le canta a Henry acerca del Paraíso? ¿Qué se esconde en los espacios donde no entra la luz?
No hay una sola respuesta a estas preguntas (y a muchas otras) en toda la película, y precisamente en eso está su fascinación. El terror que produce (porque también es una película de terror) es casi puro, porque está basado casi por entero en eso que no se sabe.
En una entrevista, David Lynch dijo: “Aunque no lo crea, Eraserhead es mi película más espiritual”. El reportero le pidió: “¿Nos puede decir más al respecto?” Y David Lynch dijo: “No”.
En general, quien prepara la comida en casa es Alberto (y es muy bueno, la verdad). Y es que yo, de niña, no tenía mucho acceso a la cocina (dominio incuestionable de mi abuela) y luego, cuando tras la muerte de mi mamá nos fuimos a vivir a Iztapalapa mi papá, mi hermano y yo, tuve que encargarme de eso un poco a la de a fuerzas, sin tener ni idea clara de lo que estaba haciendo. Digamos, para no entrar en demasiados detalles, que no lo disfruté.
Pero ahora, como sólo cocino cuando tengo ganas, se ha vuelto una actividad que me resulta simpaticona y he desarrollado un verdadero placer no tanto en seguir recetas sino en ir a mi aire y ver qué pasa. Por ejemplo, hoy hice de desayunar algo a lo que bauticé “platillo de la tía”, porque utilicé muchas sobrinas (es decir, sobrantes de comidas pasadas): primero sofreí en mantequita lo que quedaba de una ensalada de nopales con cebolla y jitomate; luego le agregué una mezcla de arroz, frijoles refritos y papas con chorizo que hice el fin de semana para unos tacos. Le añadí una nadita de frijoles de la olla que me encontré en el refri y, como le faltaba cuerpo al resultado, le batí tres huevos. No quiero presumir, pero estuvo sabrosón. Y para la comida vi que tenía pechuga de pollo desmenuzada, así que le eché limón, salsa de soya, una latita de verduras (ejotes, zanahorias y chícharos), lo que quedaba en un bote de yogurt natural sin azúcar añadida y un poquito de salsa verde. Me gustó el resultado, aunque esperaba que la presencia del limón fuera más intensa (a lo mejor debí ponerle más, o quizá habría ayudado marinar el pollo con el limón y la soya un par de horas; pero eso habría significado planear con antelación, algo que puedo hacer cuando escribo pero no cuando me meto a la cocina).
Por supuesto, mis guisos son muy sencillos y sin gran ciencia, pero en general resultan aceptables. Y es que, según yo, basta con saber un poquito de química y de evocar sabores y texturas para no regarla: a lo mejor nunca preparo algo que se merezca una estrella michelín, pero siempre tengo al menos una idea de qué cosas sí puedo combinar y qué cosas de plano no. Por ejemplo, no habría usado para el desayuno de hoy el arroz con leche que quedó del lunes pero… ¿y si lo licúo con avena, nueces, kefir y fruta para la cena?
Arriba decía que estoy enfermo. Una infección respiratoria que se me debe quitar (dice la doctora) en una semana. Tal vez parezca que me repito, porque en este boletín han salido ya varias noticias de mis achaques. Como me da un poco de pena, y como sí me siento débil en estos momentos, les cambio mi nota por una obra de teatro. En video. Un caso parecido al de El Mahabharata, pero con influencia de David Lynch.
Esta es Play, una obra de Samuel Beckett (otro de los grandes dramaturgos del siglo XX), en una versión para la televisión inglesa del año 2000, dirigida por Anthony Minghella. La historia es la de un triángulo amoroso contado por sus tres protagonistas: dos mujeres y un hombre. La obra pide que solamente se vean sus cabezas, mientras hablan y hablan; Minghella eligió representarlos metidos en urnas, como en una especie de Más Allá donde solamente les queda repetir la historia de su pasado, una y otra vez.
Aquí hay una versión en español, un poco condensada, de la misma obra, en una puesta en escena más fiel al proyecto de Beckett. Fue dirigida por Rubén Pires en Argentina en 2017.
Y el gato del mes es…
Un invitado especial: el vecino de Alberto, que todos los días iba al cuarto en el que él se quedó durante su estancia en Tepoztlán. Ah, qué los gatos. 😺
¡Gracias por recibirnos una vez más!
—Alberto y Raquel
Gracias por la mención, Alberto, que te mejores pronto.
Raquel, me sacaste una sonrisa con el “platillo de tías”. Te cuento que rara vez disfruto cocinar, sin embargo descubrí que cuando tengo una buena racha de escritura o estoy disfrutando un libro, me pongo creativa en la cocina. Lo siguiente será bautizar mis guisados, gracias por la idea.
Saludos desde Zacatlán, Puebla.